miércoles, 16 de marzo de 2011

Grietas 53


Un pasquín del Grupo
La Resistencia 2012
Número 52 / 16 Mar 2011
En la edición: Denisse Sánchez Erosa
Argentina Casanova . Ileana Garma, Mario Pineda.
Adán Echeverría, Joelia Dávila y Jesús Bartolo


Dirección: Jorge Manzanilla
palabrasgrietas@yahoo.com.mx









Ligia Chan Brito



NO QUIERO IR A LA ESCUELA

MARCELO PÉREZ RODRÍGUEZ


La mochila se queda en el suelo, a la entrada de la casa. El niño irrumpe a su hogar con lágrimas en los ojos, malhumorado. "No quiero ir a la escuela", "no me gusta", grita a todo pulmón. La madre escucha. Trata de calmarlo, pero el adolescente de trece años que acude a la escuela primaria en sexto grado persiste en su decisión: "No iré más a la escuela". "No quiero ir".
La madre deja que se desahogue. No entiende el proceder del adolescente. Evita alterarse y discutir con él como muchas veces ha ocurrido. A la hora el joven sale del cuarto. En silencio come y se dirige nuevamente frente a la TV. Ya en la noche hace su aparición. Ve a sus padres y les dice lo mismo: "No quiero regresar a la escuela". Tratan de hablar, de preguntar por qué, pero el hijo es tajante: "No me gusta".

¿Qué sucede cuándo el niño o adolescente ya no quiere ir a la escuela y rechaza todo lo relacionado con libros, profesor, tareas y salón de clases? Es un problema que se da en muchos niños. Hay quienes se niegan a ir. Se levantan tarde, se visten lentamente para jugar con el tiempo, no hacen las actividades escolares, dejan de ir durante días, semanas.
Esto altera a los padres de familia. No saben cómo actuar y en ocasiones el problema se acrecienta y se sale de las manos. Gritan, regañan e incluso la violencia reluce.
El regaño o la violencia no es el camino indicado. Hay que escuchar sus quejas y motivos. Muchos niños rechazan la escuela por diversos motivos. Algunos quieren llamar la atención de los padres, porque no reciben de forma adecuada. El ambiente familiar no estimula al pequeño o adolescente: el cuarto no está acondicionado adecuadamente, sencillo pero organizado, todos pierden el tiempo en la cama o frente a la TV; no hay apoyos para leer con él o realizar las tareas escolares, la alimentación es deficiente, no hay recreación. El pequeño se siente solo y aburrido.
Hay también problemas físicos que pueden influir en la negativa de ir a la escuela. Muchos niños no ven bien, tienen miopía o presbicia, o ambas, y los padres no se dan cuenta o no quieren llevarlo al médico. La negligencia de los padres puede causar problemas serios más adelante, tanto en la vista como en el aprendizaje del hijo.
El acoso escolar es otro problema que surge en las aulas. Los alumnos mayores que abusan de su fortaleza contra los pequeños y las molestias que causan por las bromas pesadas. Hay que hablar con el hijo y tratar de rastrear este tipo de situaciones.
También el temor al maestro o a la maestra. Si es un docente grita mucho, regaña, amenaza, no quiere poner atención cuando alguien pregunta, podría causar miedo, tensión y aversión a la escuela.
Muchos niños también no leen y eso dificulta más el aprendizaje escolar. No hay la costumbre de la lectura en el hogar. Los padres no leen ni han estimulado el gusto por la lectura a los hijos. De esta manera, en la escuela, el alumno tendrá serias dificultades para comprender los textos. Le cansará, le aburrirá y optará por rechazar todo lo que sea libros, cuadernos, lectura o escritura.
La TV y los juegos de video están llevando a los pequeños a la automatización. Si los papás no apoyan a los hijos y también se quedan acostados y mirando la televisión por horas, tendremos un cuadro desalentador que no estimulará las habilidades y el gusto por la lectura de los niños, ni ayudará a su formación, independencia y búsqueda de experiencias para afrontar más adelante, con alegría y enjundia las vicisitudes cotidianas.

Hay que hablar con los hijos y saber de sus inquietudes y aspiraciones, de sus gustos y habilidades, de sus amigos y necesidades para apoyarlos lo mejor posible en suformación y desarrollo. No debemos dejarlos a ver qué pasa. Como adultos y padres a veces nos arrepentimos de lo qué hicimos con los hijos y lo que dejamos de hacer. Cuidado cuando un hijo o hija diga: "No quiero ir a laescuela". Hay que afrontar con decisión y cautela el problema, hay que actuar. Recordemos que la educación adquirida influye, para bien o para mal, en las decisiones y acciones que realizamos en la vida. ¿Qué queremos para nuestros hijos?




BISAGRA TERCERA

RODRIGO E. ORDÓÑEZ SOSA


Transpiras nuevas ciudades,
moteles de paso
confeccionados a la medida del cuello,
exhalas un millar de huidas,
átomos astillados en la cuerda del día.

Habitaciones
cementerios de voz amarga,
plegarias sordas escupidas al techo,
la puerta es testigo atroz
que aguarda la muerte.

Los hombres
en suicidio perpetuo,
saben que hablarte
es otra forma de ponerse un revólver en la cabeza.



POEMA

MARCO A. RODRÍGUEZ MURILLO.


Al final de la noche, ella
tuvo la palabra final.
otro fue favorecido: el sujeto
de aquellos versos por los que un día me hice
odiado y a la vez famoso.

Producto de aquel vergonzoso hecho,
escribiría el mejor epigrama de mi vida
y de todo el imperio:

Esta será mi venganza:
Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta famoso
y leas estas líneas que el autor escribió para ti
y tú no lo sepas.

Pero ¿a quien engañar? Lesbia lo sabe.
Ella ha leído en periódicos y muros,
e incluso de la boca de otros amantes,
cada una de esas líneas.

No le importa quién las escribió.




¿PARA QUÉ PEQUEÑAS ATROCIDADES NAZCO?

ILEANA GARMA



¿Para qué barcas que se quiebran?
¿Para qué mentiras que se jalan el cabello
y llueven sobre escaleras oxidadas?

¿Dónde los cuchillos van a encontrarme?

¿Dónde el día desvestido?
¿Dónde las manos terminarán
de atarse a un cuello
de sujetarse a la migración del sol
a la ropa usada
a camas hinchadas de miedo
al estrépito de una puerta?

¿Para qué bostezo vine?

¿Para qué boca he contado los días?
¿Para qué puntual mediocridad
me he peinado
y usado tacones?



EROSTRATA

LUCERO BALCÁZAR

Tomaré las calles
e iré gritando poesía

Ser poeta es ser cirquera
con leones dentro del estómago
rugiendo
y cascos de caballos
en el cerebro
y elefantes en la piel
y focas-musas
aplaudientes
a nuestro oficio de fuego

Aún así
planeo escaparme de mí
y de tanto disfraz de snosb

Y ya libre
sin lona ni aserrín
me iré gritando
mi oficio de pastora
del fuego.



Esta es una publicación de la Catarsis Literaria El Drenaje. Si algo aparece publicado acá, seguro es que coincidimos en ideas.

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