Un pasquín del Grupo La Resistencia 2012
Número 68 / 4 Mayo 2011
En la edición: Denisse Sánchez Erosa .
Número 68 / 4 Mayo 2011
En la edición: Denisse Sánchez Erosa .
Argentina Casanova,Ileana Garma .
Mario Pineda . Adán Echeverría,
Joelia Dávila, Jesús Bartolo
Dirección: Jorge Manzanilla
palabrasgrietas@yahoo.com.mx
Ligia Chan Brito
TLAXCALA: PRESENTACIÓN INTERRUMPIDA
LUIS HUMBERTO CROSTHWAITE
Era viernes 29 de abril. Se trataba de presentar
mi más reciente novela, Tijuana: crimen y
olvido. Sería un evento como muchos otros,
organizado por el Instituto Tlaxcalteca de
Cultura. Sin embargo no todo sucedió como
se acostumbra. En un momento de la
presentación recibí un mensaje donde me
informaban que el director había pedido que
se suspendiera la presentación y que saliera
inmediatamente del foro que ocupábamos en
la Casa del Artista. Incluso me avisaron que
afuera había policías.
La explicación tardó en llegar. Yo la esperaba porque había resultado inaudito, básicamente me habían echado de un evento y era la primera vez que esto me sucedía. El final fue repentino pero bien armado, sin escándalo: la moderadora me dio las gracias a nombre del instituto, me quitaron el papel donde se encontraba el mensaje del director y todo resultó tan normal que incluso algunas personas se acercaron para pedir amablemente que firmara sus libros. Mientras escribía dedicatorias empezaron a apagar las luces de la sala; les urgía que me fuera. Como se trata de una casa antigua, ubicada en el centro de la ciudad, salí por una cocina que fungía como bodega y ahí también firmé algunos libros.
Hasta ahí llegaron los empleados del instituto para decirme que debía irme inmediatamente. Sobre una mesa quedaron intactos los canapés y las bebidas destinadas al brindis que se planeaba después de la presentación. A pesar de la prisa con que fui escoltado fuera de la casa, cuando salí a la calle no vi las patrullas que me habían anunciado. Afuera me alcanzaron algunos jóvenes para que firmara unos carteles de la presentación; pero aparentemente no era suficiente que saliera del lugar, debía despejar la zona por completo: me volvieron a decir que lo mejor era que me fuera de ahí.
Caminaba, todavía desconcertado, cuando me detuvo una persona que había asistido al evento. Ella comentó que quizás mis palabras no fueron bien vistas por el Instituto de Cultura. Me dijo que tal vez el
director Gerson Orozco García se había puesto nervioso por lo que yo estaba diciendo. Tlaxcala se enorgullece de que, a pesar del incremento de violencia que ocurre en el país, los confines estatales permanecen a salvo. Ahí no hay asesinatos ni secuestros como en el resto del país. En cambio, mi discurso era beligerante -agregó ella-, y hablar en público de lo que no sucede en Tlaxcala era invitar a dialogar sobre lo que sí sucede, en especial la trata de personas.
Ciertamente, la cancelación del evento se dio cuando yo conversaba sobre asuntos que me parecen sumamente serios. A raíz de que mi novela trata de violencia y periodistas desaparecidos, generalmente hablo sobre estos temas en mis presentaciones. Parto de mis motivaciones para escribir el libro y suelo explicar que es un reflejo de lo que sucede actualmente en el país: la violencia desatada por el narcotráfico y multiplicada por la guerra que declaró el presidente Calderón. Critico esta guerra cuyos resultados son mínimos y que afectan la estabilidad del país. En este caso
mencioné la muerte reciente de Juan Francisco Sicilia y, de manera más personal, el deceso del maestro Álvaro Rendón Moreno, en Sinaloa, quien había sido presentador de mi libro en Los Mochis y un mes después había sido asesinado en una carretera, camino a Culiacán.
Encauzado por preguntas del público, abundé en lo que pensaba de esta guerra: que contaba con la aprobación de Estados Unidos, a quien aparentemente beneficiaba, mientras que en nuestro país sólo producía muertos. A pesar de la insistencia de que en Tlaxcala no pasaba nada de eso, invité al público a que no sintiera que esta guerra era un acontecimiento ajeno, que el "daño colateral", como lo llama Calderón, violentaba no sólo a las víctimas y sus familiares sino que día a día nos violenta a todos. Ningún habitante de este país está a salvo de convertirse en una estadística, cualquiera de nosotros podría ingresar a las filas del "daño colateral". En ese momento recibí el mensaje. El director del Instituto Tlaxcalteca de Cultura, Carlos Gerson Orozco, daba la orden de que el evento terminara, y
yo, junto al público, debía desalojar la sala.
En un principio, el hecho no me causó indignación alguna. Los tlaxcaltecas me habían tratado con amabilidad y, después de todo, había tenido una breve oportunidad de hablar sobre mi novela con un público atento, compuesto mayormente por estudiantes.
Esa misma tarde me llegó la versión oficial: había una disputa legal por la casa y se había girado la instrucción de que se desalojara, era una curiosa coincidencia. Lo verdaderamente curioso en este caso, según luego me enteré, es que mientras nosotros fuimos desalojados, había un taller de grabado que continuó su trabajo sin interrupciones. La Casa del Artista no se cerró después de la presentación; el público y yo fuimos los únicos desalojados.
Aunque no caigo con facilidad en la tentación de creer en conspiraciones, la explicación oficial me dejó algunas dudas, aunado a ello el hecho de que no suelo creer en las coincidencias fortuitas. El director del instituto estuvo presente brevemente en el evento y, aunque giró la orden de mi desalojo, nunca se acercó para brindarme una explicación; esto quedó en manos de empleados nerviosos y apenados.
No es la primera vez que expreso mi opinión sobre acontecimientos que muchas personas consideran "delicados", sobre todo desde la publicación de mi novela en noviembre del año pasado. Pero ésta sí es laprimera vez que sufro una censura tan evidente. Pienso en la impericia o en la falta de criterio de un director recién nombrado. Después de todo, la presentación de mi libro y mis palabras pudieron haber quedado ahí, entre cuatro paredes y en los oídos de un pequeño público, sin embargo ahora trascienden más allá de lo que yo mismo hubiera esperado.
OBAMA: ¿HAY ALGO QUÉ FESTEJAR?
MARCOSS REYES
Y los USA, y los idiotas que les aplauden, festejando la muerte, condenando asesinatos, cuando ellos son causantes directa e indirectamente de brutales genocidios, de invasiones, intervenciones, de niveles de contaminación brutales. ¿Dónde queda la coherencia? ¿Qué pasaría si un árabe cruzase el Océano, lidereara una misión y matara a Obama, a Bush, o a cualquiera de los encargados de las misiones? ¿No es acaso la misma cuestión? ¿Aplaudirían también? Sí, claro que está mal matar, pero USA se carga infinidad de muertes más que las causadas en el 11 de Septiembre. ¿Por qué no echárselas en cara también?
El problema es la ambición, esa maldita ambición. Querer demostrar al mundo que el poderío sigue ahí, mandando mensajes de advertencia a las naciones: que USA no respeta soberanía alguna, si quieren intervenir lo van a hacer. El fallido Estado Mexicano es una triste demostración de este hecho.
¿Cuánto dinero no se invirtió en materia de educación, en cultura, en salud desde ese lejano 11 de Septiembre, por causa de un capricho político, por causa de una mera revancha? Porque eso es lo que es, el boom del período presidencial de Obama, justo cuando su popularidad estaba decayendo y se ponia en cuestionamiento la credibilidad de sus promesas de campaña, se saca el As bajo la manga: Osama ha muerto, Obama ha renacido. Es el anhelo no cumplido de Bush, el éxtasis del nacionalismo estadounidense. La renaciente imagen de credibilidad de los USA, la superioridad moral que se le vende a las masas, la muestra de la miseria del corazón humano. Aquella que no tiene memoria y que tan sólo aplaude.
POEMA
DAVID H. RAMBO
dedicado a las víctimas de
violencia contra mujeres
Mujer
noche de calles desconocidas
negrura que penetra
ojos que miran
la mujer es el sin saber del hombre
la curiosidad que provoca incertidumbre
reacciones violentas frente la impotencia del deseo
Mujer
fuente de lo eterno e incontrolable
sin controlarla el hombre no es dios
pero intenta
la violenta
la viola
la insulta
el hombre muere
la mujer muere
ella sigue
y a pesar de su ausencia de dominio
él renace adentro
la mujer es su tierra
y él su fruto
el fallido intento de un círculo vicioso
él de dominarla
mujer
libre si solo lo supiera
sé libre mujer
POEMA
DOMINGO ACOSTA FELIPE
A Federico García Lorca
este dolor es una lágrima
en la guadaña del verdugo
demasiadas preguntas
y demasiadas víctimas
ellos son la muerte…
pero la vida es bella
y prosigue inexorable
improvisando
una agridulce explicación
cuando quede el último
desnudo de respuestas
tal vez seamos
solamente humus de estrellas
animales infectados
con el virus peligroso de la vida
tal vez sea mucha gente
para sanar a los hijos de sus hijos
hace ya demasiado tiempo
que la verdad está en desuso
Esta es una publicación de la Catarsis Literaria El Drenaje. Si algo aparece publicado acá, seguro es que coincidimos en ideas.
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