martes, 27 de septiembre de 2011

Grietas 94











Miguel Jesús Escalona



MÉXICO ES UNA HISTORIA

DAVID BAUTISTA TOLEDO


México es una historia; mejor dicho, somos muchas historias, caminos y voces. Somos un pueblo que históricamente ha defendido los principios que dan fundamento y sentido a nuestro sueño de ser nación. Hemos ejercido nuestro derecho a ser libres y a celebrar la vida. Desde la batalla de Tenochtitlán hasta la

Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad nos mueve el deseo de construir y fortalecer los lazos que nos mantienen unidos. Así, juntos como pueblo, aprendimos que la historia, nuestra historia, la hemos construido con el esfuerzo y la determinación que sólo pueden ser alimentadas por el ansia de la verdadera libertad.

La resistencia y la lucha son cualidades de aquello que somos cuando actuamos en conjunto, son fuerzas que nos mueven desde la profundidad de una identidad que se opone y reniega del olvido; no son recursos ni estrategias marciales que emergen cada cierto tiempo de forma caprichosa; son respuestas a situaciones concretas que demandan cambio; son reacciones provocadas por el padecimiento infame y alevoso de engaños e injusticias; son reflejos invertidos de todo aquello que pretende oprimir, debilitar y disolver nuestro ánimo de convivencia. La resistencia y la lucha se han convertido en parte de un ethos que acompaña al pueblo mexicano en su devenir histórico.

Según la RAE en su segunda acepción, Independencia significa “libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro". No necesitamos de suficiente esfuerzo intelectual ni de curiosidad informativa y mediática para percatarnos que nuestra condición nacional está muy alejada de semejante definición. Lo preocupante de esto es el aceptar apáticamente el abismo existente entre la realidad y el concepto. La conformación de nuestra subjetividad ha sufrido desde hace décadas la operatividad de un modelo educativo que impide desarrollar las facultades del pensamiento crítico. Este tipo

de pensamiento nos lleva a realizar ejercicios de confrontación entre la realidad (lo que acontece, lo que sucede, lo que me aparece) y los conceptos que tengo de ella (lo que aprehendo y me represento de ella, las maneras en que lo hago). Nuestra percepción de la realidad es desplegada por conceptos que nos permiten observarla y otorgarle significado. La preocupación que compartimos es en relación a ese desfase que nos mantiene en la creencia y la ilusión de estar viviendo en lo real. Presos de la ficción los conceptos carecen de significación y sentido. Quien controla el lenguaje y los conceptos controla nuestra percepción, y por lo tanto, nuestras conductas.

En el principio es el grito, diría Holloway. Gritamos porque la dignidad se expresa

así, intempestivamente; porque el olvido es una música de fondo que pretende distraernos de lo esencial. Gritamos porque somos conscientes que esto no puede seguir de esta manera; porque sabemos que tenemos que detener el ‘continuum’ y el ‘destino lógico’ que impone el tiempo lineal disfrazado de progreso. Gritamos porque somos capaces de sentir todavía frustración y dolor; porque en el fondo de cada uno de nosotros laten la compasión y la esperanza. Gritamos, también, para recuperar la paz y el silencio que no olvida, pero que guarda. Gritamos porque seguimos juntos, y sólo así es válido el grito. Hay una patria inventada desde los

lenguajes que manipulan y tiranizan el ocio; construida con conceptos plásticos que engalanan los discursos y que refleja el desafortunado desgaste de la palabra

cosificada. Esa patria cubierta de mentira y olvido no puede sostenerse más; desde el fondo se oyen los gritos del México Profundo, pero sólo podremos acceder a ellos desde la instancia que irrumpe en la espacialidad y la temporalidad para reclamarnos el sendero que pareciera perdido: la memoria… ¡Escucha, pueblo!... ¡La palabra es creadora!, ¡La Patria es la tierra!

No vamos en pos de la ficción y del olvido; vamos en pos de la vida y la realidad.

Esa realidad que es y siempre ha sido nuestra, esa realidad que late como posibilidad, como memoria. Estamos necesitados de celebración y aplaudimos todo aquello que pueda convocarnos y movernos en una misma dirección, en un mismo espíritu. ¡Festejemos, sí!, pero no perdamos el sentido originario de aquel

grito que nos animaba a la conquista de nuestra libertad: “¡Viva México!... ¡Muera el mal gobierno!”.


LA MEJOR HORA

ADÁN ECHEVERRÍA


Dios es testigo del miedo de mi carne

de la terrible descendencia que he dejado junto al río

ahí está encallado el navío de mis evoluciones

la estrella de mis días ciegos

la luz de mi martirio

y para las lágrimas: alcohol del 96 y aceitunas

siempre las aceitunas colgadas de los pechos

de esas muñequitas descabezadas que habitan mis noches

de esas cadavéricas niñas que me dejó el tranvía

desolado

acá la noche y ahí la garra

ellas y sus festivales inprósperos y reconvenientes

así la luz

así los niños en la playa

así la barca los navíos

así la lucha eterna

de pie

recargado en la escalera

fumo y espero al ángel

a ver si se atreve a desafiarme

porque no he de cambiar mi nombre

si esta madrugada pretendo asesinarlo

Esta es la hora en que no llega mi conciencia a despertarme

es la hora de la cárcel y los juegos de mesa

es la hora quieta

como quieto es el mar de mi temperamento

profundo océano amarillo

alas enrojecidas de cansancio

dios es el testigo

de este levantamiento de las rosas

de este levantarse en las mañanas para ir a la oficina

y que todo

que todo sea igual de calvo

sin ataduras

sin nervaduras azulosas

en que habríamos de llorar

¿para qué?



MI LADO DE LA ESQUINA

ANDRÉS SÁENZ VERGARA


Resulta que eso de las dignidades

/Invenciones modernas, comerciales y desechables/

Se suponían parte de los contratos sociales

articulados en letra muerta (o letra chica)

para la vista rectangular de los ciudadanos

Resulta que esas cosas terminaron de comienzos

como los deseos del niño feo

cuando juega solo en el patio de su escuela

¿Qué es eso de las dignidades?

si se pide afuera de las iglesias

Mendigando de reojo luego del abandono

/ en mi esquina de la plaza siempre es invierno /

Siento la lluvia

mientras el resto pasa sin ver

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