lunes, 9 de mayo de 2011

Grietas 71


Un pasquín del Grupo La Resistencia 2012
Número 71 / 4 Mayo 2011
En la edición: Denisse Sánchez Erosa .
Argentina Casanova,Ileana Garma .
Mario Pineda . Adán Echeverría,
Joelia Dávila, Jesús Bartolo


Dirección: Jorge Manzanilla
palabrasgrietas@yahoo.com.
mx






Ligia Chan Brito





EL PACTO CONTRA LA VIOLENCIA HA LLEGADO TARDE

KENIA AUBRY



Trasvaso (aunque no literal) las palabras de Mario Vargas Llosa para el Perú a la realidad mexicana: este país ya se nos jodió. La mañana del 24 de marzo, una mayoría de medios de comunicación liderados por las dos principales televisoras de la nación: Televisa y Televisión Azteca, pactaron un Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia (La Jornada, el periódico Reforma y la cadena MVS fueron de los escasos medios que no asistieron a la firma), que incluye el siguiente decálogo de criterios editoriales: tomar postura en contra, no convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada, dimensionar adecuadamente la información, atribuir responsabilidades explícitamente, no prejuzgar culpables, cuidar a las víctimas y a los menores de edad, alentar la participación y la denuncia ciudadana, proteger a los periodistas, solidarizarse ante cualquier amenaza o acción contra reporteros y medios, no interferir en el combate a la delincuencia.

Parece que los medios acabaran de entrar en el golpe de conciencia sobre la situación de violencia proveniente de la delincuencia organizada. O se tratará de una farsa como lo sugirió La Jornada en su contraportada el día del convenio: "Penoso, el harakiri mediático que tendrá lugar hoy en el Museo Nacional de Antropología. Firmarán un esperpéntico acuerdo para portarse bien. ¿Quién lo exigió?". Si creyera en la honestidad mediática, aceptaría que la acción emprendida va a sentar un verdadero precedente, y no dudaría de la probidad que se han propuesto los medios (cito del Acuerdo): "la responsabilidad de actuar con profesionalismo" y de preguntarse "sobre las implicaciones potenciales que tiene el manejo de la información". Mas su credibilidad está anémica (sobre todo la de los grandes emporios televisivos que abanderan la propuesta editorial).

Es fuerte la idea que Umberto Eco refiere en A paso de cangrejo y sin embargo es así: "en nuestra época, si tiene que haber una dictadura, ha de ser una dictadura mediática y no política". La Historia ha enseñado que los medios de comunicación han sido los grandes controladores de las masas en contubernio con el poder en turno. Hace casi cincuenta años, dice el teórico italiano, "se escribía que en el mundo contemporáneo […] para hacer caer a un gobierno ya no era necesario sacar a los carros de combate, sino que bastaba con ocupar las estaciones de radiotelevisión". Por años, los comunicadores mexicanos (pienso en algunas de las diez estrategias de la manipulación mediática propuestas por Noam Chomsky) han sido parte de la táctica de la distracción para ejercer el
control social; han desviado (y lo siguen haciendo) nuestra atención de los problemas relevantes, con el relleno de información insignificante; han mantenido al público en la ignorancia y la mediocridad; se valen de la manipulación emocional para apaciguar el análisis racional y el sentido crítico.

Antes del 24 de marzo, la información mediática vivía de las imágenes de la violencia del crimen organizado. Las fotografías en detalle de los cuerpos mutilados, las notas dejadas junto a los muertos despertaba, porque era el propósito, el morbo del público. Se atrevieron a mostrar (una imagen afrentosa que es como el ladrido de un perro en la memoria) el cadáver de Arturo Beltrán Leyva tapizado de billetes; ninguno de los ahora firmantes se negó a reproducir la fotografía, ninguno dijo al gobierno que debía mostrar su educación, su superioridad racional frente a los narcotraficantes y no exhibir de ese modo a Beltrán Leyva. Ahora les ha dado por el prurito ético y tratan las noticias que involucran a las organizaciones criminales, según ellos, lo más fiel a los hechos, para no convertirse en "instrumentos involuntarios de la propaganda del crimen organizado", como se asienta en "El punto de partida" del decálogo editorial. Como el gobierno mexicano, el decálogo mediático llegó tarde a la lucha contra el crimen organizado. No sé si es posible la postura que han tomado (cito de los criterios editoriales) para "condenar y rechazar la violencia motivada por la delincuencia organizada, enfatizar en el impacto negativo que tiene en la población y fomentar la conciencia social en contra de la violencia". Ya no sé si pueda impedirse que los delincuentes o presuntos delincuentes se conviertan en héroes públicos; la figura del narcotraficante se ha colado en la dinámica de la cultura en cada narcocorrido, en la vestimenta y los vídeos de la música Banda, pero lo más efectivo está en la convivencia con ellos.
En la conmovedora editorial de El Universal del 27 de octubre del año pasado, titulada Los niños del narco, dice que en el caso del "narcotráfico, la gente no tiene la certeza de quiénes son los buenos. Hay poblaciones enteras que ven en los narcotraficantes a eficaces proveedores del alimento y la infraestructura que las autoridades han sido incapaces de dar". Aunque lo más desasosegante de la editorial es la historia del reportero Alejandro Suverza, que en 1998 estuvo en contacto con 75 niños de ambos sexos de la Sierra de Sinaloa y dijeron al reportero que soñaban con ser médicos, pilotos, maestros, policías. Doce años después, es decir, 2010 (cito de la editorial de El Universal), "el periodista se encuentra con que la gran mayoría de las niñas, ahora mujeres, son madres y amas de casa. Los niños, convertidos en hombres, se dedicaron casi todos a la siembra de mariguana y amapola". Para mí, ha llegado tarde el criterio de los medios de información, porque las redes sociales son incontrolables y la información fluye sin responsabilidad, desordenada y, también, manipulada. Es una batalla no ganada, porque la corrupción está en el corazón del sistema. ¿Qué el narcotráfico siembra el terror social?, me parece que el ejército lo hace exactamente igual, y la aprehensión de capos, la destrucción de plantíos, la rigidez de los controles no acaba con la droga.

Sigo en la defensa de la entrevista que Julio Scherer realizara a Ismael Zambada (a mi juicio de un importante valor histórico), porque demuestra la única clave para disminuir el narcotráfico: detener la descomposición del sistema, lo que, por supuesto, representa la voluntad política para una verdadera reforma educativa (en la que sí creo) y la disposición ciudadana. De lo contrario, a pesar de las supuestas buenas intenciones de los medios de comunicación, seguiremos en la dinámica del eterno retorno que Zambada comenta en un ejemplo fantasioso, pero no por ello menos objetivo: "Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplo, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió […] El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí". Mis líneas tienen el firme propósito de la exageración. Mi pesimismo por la realidad, mi descreencia a las instituciones se la debo al ejercicio crítico de la literatura. Creo en un México que no está falto ni de recursos ni de dinero ni de potencial humano, pero todo está distribuido de manera arbitraria. Cuando las instituciones mediáticas no estimulen al público a la ignorancia, a la mediocridad, cuando dejen de servir al poder en turno y, con objetividad, trabajen por la sociedad y denuncien la corrupción sin tomar en cuenta las jerarquías; cuando evidencien los nepotismos, o a los que tienen cuatro o cinco nóminas y son aviadores de todas, creeré en todo criterio editorial que se proponga. Por ahora, ya ni lo que dice Gianni Vattimo, apelando al criterio de la posmodernidad, es posible: para mantenerse informado es necesario leer más de un periódico. Hoy da igual el número de prensa escrita leída, todas enmascaran, mistifican la realidad esencial.





VUELVO A VESTIRTE, PARA BAÑARME.

CARLOS PAYNO SÁNCHEZ



Es tu desnudez que atrapa volando mi cadena y
me ata el arcoiris de tu manos
desgarrando desde lo profundo mi mirada.
Me extravío en cisnes,
soñando que caen cáscaras naranjas untadas de recuerdo.

Me sabe la boca amarga de deseo,
duermo mis cinceles para otra tarde
porque la azul ya no me quiere,
sólo sueña con el tierno roce de otro herrero,
mientras el oro abrillanta las rodillas del camello.
Sigo sentado en la puerta fría que provoca mirarte desde lejos,
he de pintarte, grita mi pincel, pero solo logra entibiar el viento…
por qué ningún color traspasa el terciopelo,
ni te siento ya pluma pegada a mi cuerpo.

La tina se desborda de alcatraces,
no tengo espacio para bañarme.
Vuelvo a vestirte de caricias hechas de flores de obsidiana.

Corto rosas de un paisaje,
muleta de torero,
cojo de amor,
espera el domingo para brindarse,
pero hace tiempo que en ese pueblo no hay corridas,
ni venidas, no hay nadie,
sólo ladra el viento cuando te vistes a lo lejos,
ya se ha terminado la clase.




Esta es una publicación de la Catarsis Literaria El Drenaje. Si algo aparece publicado acá, seguro es que coincidimos en ideas.

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