miércoles, 31 de agosto de 2011

Grietas 89



Un pasquín del Grupo La Resistencia 2012

Número 89 / 24 Ago 2011

En la edición: Denisse Sánchez Erosa .

Argentina Casanova . Ileana Garma

Mario Pineda . Adán Echeverría .

Joelia Dávila . Jesús Bartolo

Dirección: Jorge Manzanilla

palabrasgrietas@yahoo.com.mx


Miguel Jesús Escalona




LA VIDA COTIDIANA DE LA VIDA

BLANCA E. VÁZQUEZ

Escuchar discursos o recomendaciones de qué hacer en esta cotidiana violencia me hace reflexionar que vivimos y convivimos con algo que no deberíamos pero que vemos, olemos, escuchamos y sentimos: una guerra, una guerra provocada por unos que nos son pocos (como nos quieren hacer creer) y que han decidido entrar a nuestras casas pero sobretodo a nuestras vidas haciéndonos sentir que esto es la vida cotidiana.

El estudio de la vida cotidiana es dilucidar aquello que es “normal” y se convierte en un estilo de vida, en una cotidianidad social que dicta normas y conductas; así el terror y el miedo ha llegado a nuestro espacio y territorio, volviendo normal un tiroteo, un mutilado, un secuestro o los retenes y las acciones adustas de uniformados que pretenden hacernos simular que nos cuidan y protegen.

Todos y todas caminamos por las calles creyendo que nada tenemos que ver unos con otros y la realidad es muy diferente; mujeres y hombres que entrelazan sus espacios en el común denominador de la incertidumbre y el temor, víctimas de la apariencia y el odio, de la paranoia y el rencor por una guerra que no toca en nuestras identidades sin que la hayamos invitado pero que se ha metido hasta la cocina y no deja que conciliemos el sueño, porque nadie puede concertarlo mientras haya dolor y muerte en nuestras calles llenando de rabia e impotencia ante el sufrimiento del otro.

El sufrimiento del otro debe estar presente en lo que hacemos en nuestra vida cotidiana para buscar que ese otro sepa que nos importa, que sí pensamos en ellos o ellas cada vez que ejercemos nuestra voz, que denunciamos a tantos simuladores de autoridades que han venido a sacrificar nuestra integridad ciudadana por sueldos que nosotros no veremos por más trabajo honesto y comprometido que realicemos.

Ese cotidiano sufrimiento que no debiera vivir en nuestra cotidianidad es lo que ha provocado grietas en nuestras relaciones sociales, resanarlas no valdría de mucho, mejor será reconstruirnos como seres humanos que observan y discuten este performance social.




EDUCACIÓN ENCADENADA

MARCELO PÉREZ RODRÍGUEZ


Los niños no leen, no escriben, no quieren ir a la escuela. Las nuevas generaciones comienzan a odiar y a rechazar los colegios, el estudio. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hemos hechos los padres de familia? ¿Qué han dejado de hacer los docentes?

Es preocupación ya cómo los pequeños de primaria y adolescentes de secundaria se resisten a acudir a los centros escolares y festejan y aplauden a rabiar los días de asueto, los “puentes”, las suspensiones de clases. Ya no es atractivo para los niños y niñas, en su mayoría, los libros, los cuadernos, los lápices o plumas.

Es más, ya ni la relación con los amigos se da tanto. La socialización infantil cae también en un estancamiento ante las horas que pasan los pequeños frente a la TV y las computadoras. Sólo el aula sirve para que se relacionen un poco los alumnos. Sin embargo, la escuela no estimula esa socialización ni el aprendizaje en grupo. El niño es obligado a leer páginas de libros o contestar diez o veinte preguntas de cuestionario y a recitar lo que aprendió. Todavía se da en los colegios la educación tradicional, en donde la memorización es central en los “aprendizajes”.

Se olvida la capacidad infantil y la energía de los adolescentes para el aprendizaje. Se va limitando la creatividad y la imaginación. El niño aprende lo que dice el libro y así lo recita. No hay análisis ni reflexión, cuestionamiento o propuestas. Las ideas de los alumnos que debieran enriquecer al grupo y estimular aprendizajes se silencian. La educación sucumbe a la rutina cotidiana y a las respuestas de fechas y nombres de personajes.Los pequeños, cuando no van a la escuela o están en los jardines de niños, lloran por ir a la escuela primaria, por esa inquietud natural de aprender, quieren escribir, toman libros de sus papás o hermanos y se sientan a leer. Hay mucho deseo de aprender. La imaginación y la creatividad están en su apogeo.

Empero, luego, al llegar a la primaria y comenzar el proceso de enseñanza y aprendizaje los pequeños comienzan a vivir un infierno. No es eso lo que esperaban. La rigidez en el salón de clases, las amenazas de no levantarse ni hablar, de no opìnar, de no manifestar las ideas comienzan a cercenar la inteligencia y a entorpecer los aprendizajes.

No se aprovecha, lamentablemente, la energía infantil y ese caudal de imaginación y creatividad. La mente del niño esta abierta para el conocimiento, pero se bloquea el proceso, no se busca cómo llegar y estimular la inteligencia de los niños. En vez de incentivar para que los alumnos hagan, investiguen, observen, cuestionen, propongan, el adulto les quiere “dar” el aprendizaje, pero en fechas, nombres, ciudades y expresiones sueltas. La búsqueda intelectual no se incentiva. El pequeño hace y dice lo que señala el maestro o lo que dice el libro. No puede ir más allá. La mente no puede volar y crear. Está vedado en el salón de clases.

Así, la mente se aprisiona y se encarcela la creatividad. El pequeño, el adolescente, el joven, se convierte en un repetidor de conocimientos, de fechas, números y nombre de “héroes”. No hay pensamiento libre, ni reflexión, no hay propuestas, menos el sello personal de cada alumno en los aprendizajes y creación. Hay que pintar la manzana y la rosa de rojo, el cielo y el mar azul, las nubes y la luna de blanco y los árboles verdes. El niño no puede cambiar los colores de acuerdo con su visión y gusto creativo. No puede hacer volar la imaginación y recrear su creatividad en el papel. Las mentes se encadenan, así, a un patrón uniforme. Se restringe la inteligencia y el niño se has tía de la rutina cotidiana en donde se le aprisiona su creatividad, su imaginación .Es natural que vaya rechazando y odie la escuela y a sus mentores. Que no desee ir a la escuela y llore porque ya no desea levantarse. No hay la ilusión de aprender, de ir, llegar al colegio y convivir, relacionarse, socializarse y aprender. No hay atractivos. La creatividad infantil fue encadenada.

Hay que sacudir los estereotipos viciados en educación y buscar un proceso dinámico en el aula. Una educación liberadora, que estimule la creatividad, la imaginación, el aprendizaje y ese deseo de investigar de los niños. Es necesario que el maestro cambie el trabajo de aula y reflexione sobre su tarea de educador y busque estrategias nuevas, frescas y de acuerdo con el niño del actual siglo.

Hay que romper las cadenas en la educación escolar.



FRAGMENTOS DE UN ESPEJO CÓNCAVO

EMERSSON PÉREZ


En mi vagón los espejos están hundidos

por la ventana grazna un pájaro

puedes mirar como cabalga el corazón

puedes oler como el nervio se crispa

y rebota como un láser ovalado

te fulmina, te lamina, te lacera.


Cuando llega el momento de mirar

propongo que es sublime

el problema

es donde se encuentra

aquel trozo con el cual me oyes

el problema es que todo está en mil pedazos

y no sé

cuál de todos es más hermoso.


EL GRITO DE LA ORQUÍDEA

STEPHANIE ALCÁNTAR


Él tiene dentro de los ojos la última vereda de los nogales

el sonido de los ferrocarriles

atorado en la garganta

ella tiene los ojos en celo

en las pupilas cabe esa fertilidad amarga de la certeza

él está sólo con su mirada dentro de la luz

de los columpios y el ruido que producen

las estrellas cuando no las miran

ella padece una mirada encuadernada

su mirada es profunda, pero hondamente simple

como para soportar un elefante

una ciudad completa

pero apagada

a ella no le cabe nada dentro

al abrir los párpados

juntos tienen una orquídea que mirar cuando están

dormidos

ella se fue de casa

y él quiso gritar para nombrarla

quiso cerrar los ojos

como ella azotó la puerta

ya no tienen ellos una orquídea en los ojos

ella lleva en los labios un arroyo vencido

y él está dentro de los ojos de esa mujer

que no lo mira.

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