miércoles, 25 de enero de 2012

Grietas 117













ADÁN ECHEVERRÍA



HOMENAJE A TODA LA CORRUPCIÓN DEL BICENTENARIO

MARIO E. PINEDA


Como el mexicano siempre tiene esperanza, desde tener dinero para poder comprar un poquito más de tortillas o que diputados y senadores cobren por ley aprobada, no descartemos la posibilidad de que las presiones políticas, los reclamos ciudadanos o el arrepentimiento de algún desviador de recursos, apaguen con honestidad el brillo de las irregularidades presupuestarias de la "Estela de Luz". Obra que según el gobierno federal se une al Ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución y el Hemiciclo a Juárez, como un reconocimiento a nuestros 200 años de país independiente. Se dirá que las dos placas gigantescas no representan ni un minuto de la historia nacional, pero si analizamos el contexto de corrupción en el que giran, caen, suben y se expanden sus luces, descubriremos que su etiquetado valor histórico es en honor a los hechos desgraciados del Bicentenario como la venta de una parte del país que hizo Antonio López de Santa Anna a los Estados Unidos, la traición de Victoriano Huerta a Madero, los asesinatos de Villa y Zapata, el intento de Imperio de Maximiliano, la masacre del 68, los fraudes electorales, los daños colaterales de la guerra contra el narco y otras cosas que se merecen un asta sin bandera.

El levantamiento del proyecto original, que ganó la licitación, era de 350 millones de pesos, con el paso de quince meses está cantidad se triplicó a mil 35 millones. Entonces vienen las preguntas como bombardeo de quejas, ¿por qué tanta diferencia?, ¿por qué 400 modificaciones que dieron entrada a materiales de mala calidad, como cambiar obsidiana por tabla roca?, ante esto, ¿por qué subió el costo en vez de bajar? Ya se mencionaron algunas justificaciones entre los lanzamientos de culpabilidad que se hacen los arquitectos y funcionarios involucrados. Como siempre esto seguirá hasta que se harten y mande a la fregada el tema, sin justicia. 350 millones, mil 35 millones de pesos, cantidades, que sujetándonos en la imaginación, nos podrían motivar a reunirnos alrededor de la estela, a esperar que su esta sobrecostosa inversión se vuelva mágica, y de su cuarzo brasileño, salgan kilos de frijol, arroz, maíz y carne que se sirvan en las mesas de la sierra tarahumara, donde la gente se está suicidando por falta de comida; recursos para enfrentar la sequía, y no siga muriéndose el ganado; empleo o becas para los ninis, que tiene opciones laborales en los carteles de la droga, y pensiones para las personas de la tercera edad, que esperan terminar sus vidas de manera natural, y no por falta de dinero para comprar medicinas.

Cuando se vive en un país herido en varios rubros de desarrollo, la misma idea de construcción no es justificable. Simplemente sirve de estética en una capital y para hacer fiesta, no más.




FELIPE CALDERÓN:
¿LA VUELTA A UN MÉXICO POSITIVISTA?

ROXANNA GRIEGA


Lo que realizaremos aquí es un análisis poco profundo - pero necesario - para conocer las premisas que son eje del desarrollo educativo en México. Seguiremos la propuesta que intenta establecer el gobierno de Felipe Calderón dentro del discurso emitido en la celebración del Día del Profesor el 15 de mayo de 2011
En dicho discurso, Felipe Calderón sostenía que la manera de insertar a México en la dinámica de la economía global sólo es posible mediante una reforma educativa enfocada al desarrollo social que experimentan países primermundistas a través del uso de tecnologías: “Hoy, sin embargo, en un mundo global donde la tecnología, las comunicaciones, el comercio, las inversiones y en consecuencia también las oportunidades de empleo y de superación no reconocen fronteras, hoy en la economía global, en la sociedad global, en la aldea global, hoy el reto está definitivamente en la calidad para que nuestros niños y jóvenes puedan precisamente, no sólo sobrevivir o mal vivir, sino verdaderamente competir y ganar, competir con éxito en este nuevo mundo del Siglo XXI, en el siglo de la información y del conocimiento.” (Página oficial de la Presidencia de la República) Dentro de este breviario repetitivo de conceptos referentes a la globalización, se encuentra una idea central: Cuando Calderón dice que la economía juega un papel vital al lado de la educación también afirma que este mundo es para competir y ganar. No la competencia a la que usualmente nos hemos acostumbrado, sino una competencia entendida desde el sistema socioeconómico. Y nuestro sistema actual quiere coquetear con una filosofía de la competitividad. Esta filosofía se guía por el diseño de las políticas nacionales de desarrollo socioeconómico. La competitividad es un concepto que hace referencia a la capacidad de las mismas de producir bienes y servicios en forma eficiente, haciendo que sus productos sean atractivos, tanto dentro como fuera del país.
Podríamos decir entonces: Se busca la compra-venta del saber, la que mejor le va al “desarrollo socioeconómico”. La educación, bajo estas premisas, es una inversión rentable que deja de lado a las áreas de estudio que “no producen”. Si el saber es “rentable”, entonces tiene que manifestar resultados financieros de duradera superación, por lo tal, Calderón hace de lado ramas de estudio de las humanidades y artes. Si bien la tecnología, las comunicaciones, el comercio y las inversiones no deben ser rezagados, a su vez, las ramas antes mencionadas tampoco, pero para el gobierno de Felipe Calderón, el eje primordial de la educación en México es expresado en función de los avances tecnológicos: “El avance tecnológico a nadie espera, el mundo no espera a México. Tenemos qué subir hoy a nuestros estudiantes al tren de la tecnología y del conocimiento.” (Página oficial del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación)

Ante el mencionado “mundo global que exige competir y ganar”, nos enfrentamos a la cuestión: ¿Por qué habría que adecuarse la educación a esta lógica? Gabriel Zaid - en La Canasta Costosa - hace una crítica muy certera con respecto a la competitividad a nivel educativo superior y su retribución económica: Los títulos universitarios dan ingresos privilegiados cuando permiten excluir. Pierden esa “ventaja competitiva” cuando se multiplican los graduados. Para mantenerla, hay la tendencia a no quedarse en la licenciatura: sacar una maestría; y no quedarse en la maestría: sacar un doctorado; y no quedarse en el doctorado: hacer estudios posdoctorales. La espiral sin fin se genera por una contradicción insuperable. No se puede privilegiar a todos sin hacer que el privilegio deje de ser un privilegio.

El tren del cual habla Calderón, ese tren de la tecnología y el conocimiento, excluye lo que no es redituable, el modelo desde el cual se pretende reformar la educación en México no es una sorpresa: Capitalismo. El engranaje que se sugiere en este concepto de la educación está fundado en la creación de sujetos cuyo desempeño tenga un impacto económico no sólo para el gobierno mexicano sino para el enfrentamiento de éste con la lógica global. Es el mercadeo de conocimiento y sus repercusiones directamente económicas lo que toma en cuenta su Gobierno. Queda así, el discurso de Calderón, a la disposición de las economías mundiales. No hay una preocupación por México y la educación de su sociedad, sino por la inserción de los planes educativos en el mundo de competitividad.
La educación queda rezagada a la obtención de trabajos remunerables cuyas consecuencias sean positivas frente al desarrollo de las economías primermundistas. Calderón olvida que este país aún tiene mucho por avanzar en cuestiones educativas y prefiere darle la vuelta al asunto, mientras la educación sigue impartiéndose de forma rezagada y a cuentagotas, desprendida, destrozando la multidisciplinariedad de la cual proviene. Eliminar materias humanistas del plan de estudios a nivel medio- superior es el inicio de la inserción al mundo inventado donde es posible el desarrollo a la par, y en competencias, con otras naciones. Y risible si recordamos que la SEP, institución encargada de administrar los niveles educativos del país, fue fundada - cuando Álvaro Obregón era presidente -, por el filósofo y escritor José Vasconcelos.



DEL SER Y SU DESCOMPOSICIÓN EN OTROS

(PRIMEROS INTENTOS DEL POEMA QUE SE ALCANZA A SÍ MISMO Y VOLTEA A VERSE)

MÁXIMO CERDIO

Me tiraron a la basura y me volví mosca;

evitaron que saliera del tanque/ CELDAS, AZOTEAS DONDE SE VEN

CON 300 OJOS LAS FAENAS A LAS BESTIAS ASTADAS DEL

VIENTO DE LAS SÁBANAS que aún guardan entre sus pliegues la

violencia de nuestro amor/

de registro de una taza de excusado

y me salieron branquias;

me abandonaron en el desierto

más lejano y despoblado del corazón

de una mujer

y encontré el camino de regreso;

luego, me aventaron de más de 20 mil metros de altura/COMO AL

POETA GATO que dijo: "por poquito que pierdo la vida"/

y a mitad de la caída

me salieron alas y me fui volando cascabelero/ VALE DECIR QUE

ARCÁNGEL O GÁRGOLA O QUERUBÍN Y APRESURADAMENTE

MOSTRAR A ELLA MIS VELOCES ALITAS, PERO ESTO ES MATERIA

DE OTRO ARGUMENTO/

insultaron a mi madre muerta, me arrojaron malas palabra;

me dijeron "tan pobre"; pesimista, amargo como un codo de barbasco

que yo no tenía dignidad,

que era un traidor por seguir

lo que mí mi sentimiento me mandaba.

Y pensé en escribir este poema/COMENZANDO, DESDE LUEGO Y

DESDE EL EGO COMO HA EN ESTOS CASOS, DESDE EL MEDIO

O EL FINAL

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